Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 6/11/12
san.pflei@gamil.com
Qué loco debe ser sentirse una leyenda, saberse parte indisoluble del ideario afectivo de millones de personas alrededor de todo el mundo. Y Robert Plant lo sabe, con su aura mística y sus canas terrenales, lo sabe. Como un chamán, como un brujo cósmico, el cantante inglés sabe que inunda el alma de las personas a las que toca con su voz.
Robert Plant tiene 64 años y carga con el hermoso sello de haber sido la voz de Led Zeppelin, la banda de rock y hard blues más importante e imponente en la historia de la Cultura Rock. El dirigible, esa banda de sonido mastodóntico que vio sus orígenes a mediados de los años 60 cuando el blues era adaptado por los músicos ingleses y nacían leyendas como The Yarbirds, Eric Clapton y The Cream, John Mayall, los jóvenes Pink Floyd y los mismos Led Zeppelin. Cuenta la leyenda que se juntaron a ensayar en un galpón para conocerse y la energía les desbordó un futuro imparable. John Paul Jones (bajo y teclados), John Bonham (batería), Jimmy Page (guitarras) y Robert Plant (voz) crearon las bases de un rock experimental y del blues duro basados en los clásicos del blues norteamericano, en viajes lisérgicos, en el folk del norte de Europa y en los arrebatos de potencia que, según la crítica, dio origen al heavy metal. Luego de una escalada maratónica hacia el éxito y la creatividad, Led Zeppelin vio el final tras la muerte del baterista “Bonzo” Bonham, en 1980, en el castillo de Jimmy Page. Se dice que el castillo de Page había sido de Aleister Crowley, un brujo negro y médium vinculado a rituales de los más exóticos y a la magia negra, y que el lugar podría haber sido maldito. A partir de ahí, miles de historias se inventaron al respecto.
La cosa es que hasta un tiempo, poner un CD, un DVD o buscar un video de Led Zeppelin en Youtube implicaba un constante “la puta madre, qué bueno hubiera sido verlos en vivo”. Para los que no pudimos ver el show No Quarter de Page-Plant en enero del 96 en el estadio de Ferro, y para los que menos aún tuvimos la oportunidad de presenciar el histórico reencuentro de Zeppelin en el año 2007 en Inglaterra, ver en vivo a una de estas leyendas parecía un sueño profundo. ¡Hasta que José Palazzo anunció por Twitter la venida de Robert Plant a Córdoba!
El show arrancó pasadas las 21:30 hs. del pasado domingo 4 de noviembre en un Orfeo Superdomo con cuatro mil personas desbordadas de felicidad, y Robert Plant apareció en el escenario con un “¡Hola, hola! ¿Qué tal?”. Confieso que fue un momento difícil de creer, hasta que sus gestos y su voz nos demostraron que estábamos ante el auténtico cantante inglés que interactuó constantemente con el público en un español casi perfecto.
The Sensational Space Shifters es la banda actual de Plant, un grupo que afianza a la perfección –y que, a la vez, derriba todos los límites- la búsqueda eterna de Plant por un sonido mestizo que se nutra de condimentos africanos, orientales, acústicos, electrónicos, del blues, de la psicodelia y del hard rock. La receta combinada por The Sensational Space Shifters hacen un menú exquisito de sonidos y de sabores exóticos con ese inconfundible dejo a experiencia y a experimentación. Junto a John Baggott (teclados y sintetizadores), Billy Fulleren (bajo), Justin Adams y Skin Tyson (guitarras), Dave Smith (batería) y al increíble músico africano Juldeh Camara (banjo y violín), Robert Plant no sólo hizo un repaso minucioso de su carrera solista eligiendo las canciones más refinadas, sino que se sumergió en su pasado zeppelinero para versionar y recrear clásicos del “Dirigible de Plomo” en claves más blueseras, folklóricas y electrónicas. Así sonaron temas como, por ejemplo, “Black Dog”, “Going To California”, “Bron-Y-Aur Stomp”, “Ramble On” y “Whole Lotta Love”.
Plant, por momentos, se sintió sorprendido y molesto con una minoría del público que demostró poco respeto hacia el artista silbando sobre las nuevas versiones y con la gente que continuamente se paraba para comprar cervezas e ir al baño. “Eh, Córdoba, ¿qué pasa con el servicio? ¿Baño? ¡This is serious, shit! ¿64 años para venir a Córdoba y ustedes con problemas en la vejiga?”, dijo Robert desafiando al público irrespetuoso. Aunque el trance y la felicidad volvían a su cara en su gesto típico, esa sonrisa de niño inocente que transmitió toda su vida. Y la calidez de su voz intacta como un tesoro magnífico.
En medio de los aplausos, Robert Plant grito “¡Hey! ¿Tienen ganas de bailar?”, y de los sintetizadores brotaron sonidos que se confundieron con el overdrive de la viola que anunciaba el final con el riff de “Rock & Roll” y toda la gente saltando de felicidad.
Como periodista, como melómano, como persona puedo asegurar algo: los sueños pueden hacerse realidad: yo vi a Robert Plant en Córdoba.
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