Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 23/10/12
san.pflei@gmail.com
En una Argentina marcada a fuego por dictaduras militares, climas de revoluciones y aires de inminentes renovaciones políticas, por utopías y por un joven espíritu artístico influenciado por las grandes mentes creadoras en cuanto a literatura y música de Latinoamérica, Estados Unidos y la Europa de los años 60, la década del 70 nacía llena nuevas ideas para un país que anhelaba un cambio social profundo. Hay que tener en cuenta el clima dual que se vivía en el mundo generado por el desarrollo de la carrera espacial y armamentística generado por la Guerra Fría y por los polos occidental-capitalista (Estados Unidos y Europa) y oriental-comunista (Unión Soviética). También es interesante ver cómo el rock y el blues negro y de la Costa Oeste norteamericana es readaptado por los ingleses para generar una nueva identidad a un sonido que explotaría y llegaría a todos los rincones del mundo. “El Rock ha sido la banda sonora del capitalismo”, sostuvo el sociólogo cordobés Claudio Díaz en una entrevista. Lo pop y lo masivo, lo chabacano y lo progresivo, lo popular y lo elitista se estaba discutiendo en las mesas mundiales del arte. El Boom de la literatura latinoamericana (Jorge L. Borges, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y otros) nunca hubiera sido sin la expansión del mercado editorial entre América Latina y Europa. En Argentina, la juventud sintió la necesidad carnal de volcar en arte toda la peste del sistema opresor de la dictadura de Onganía.
A finales de los años 60 –más precisamente en el año 1967- nace en Argentina la llamada “primera generación del rock nacional” conformada por Los Gatos, el rock blando de Almendra y el blues urbano de Manal; también por las míticas reuniones de Pipo Lernoud con Litto Nebbia, Tanguito, Miguel Abuelo y Miguel Grinberg en La Cueva y en La Perla del Once, los míticos lugares donde nació la Cultura Rock en Argentina como un espacio de resistencia contra la censura y lo ya masticado.
En el año 1970, cuando Almendra se separa, uno de sus guitarristas, Edelmiro Molinari, sentenció: “Almendra no se divide, se multiplica, porque después de Almendra vendrá mucha más música”, y así fue que junto a Oscar Moro en la batería y a Rinaldo Rafanelli en el bajo formó la gran banda Color Humano. Ese mismo año, luego de un viaje por Francia, Luís Alberto Spinetta grabaría un disco elemental y de transición titulado Spinettalandia y Sus Amigos. Para ellos convocó a grandes músicos y amigos: Norberto “Pappo” Napolitano en guitarras, Miguel Abuelo en panderetas, flauta, percusión y coros, y a Héctor “Pomo” Lorenzo en batería, quien luego tocaría en las primeras formaciones de Pappo’s Blues e Invisible. La “segunda generación del rock nacional” se estaba gestando de la mano de grandes bandas como Vox Dei, Color Humano, La Pesada, Pappo’s Blues, Orion’s Beethoven, Sui Generis, Aquelarre y Pescado Rabioso
Spinettalandia y Sus Amigos es un disco de transición porque abarca una gran variedad de espectros sonoros y líricos propios de una búsqueda interior. Temas duros y potentes nos adelantan lo que sería Pescado Rabioso, canciones y baladas nos remiten al fin de Pescado, y las grandes improvisaciones y experimentaciones musicales y líricas prefiguran al disco Artaud y a lo que luego vendrá: Invisible.
El disco contiene once maravillosos temas donde las grandes lecturas de Spinetta por esos días se ven reflejadas: cuestiones existencialistas de la mano de Jean Paul Sartre, Franz Kafka y Albert Camus, letras de paz y amor pertenecientes a la filosofía Zen, crudeza y cotidianeidad de la mano de los escritores de la Beat Generation como Allen Gisnberg, Jack Kerouac y William Burroughs, y los difusos límites con el surrealismo y el absurdo del admirado Antonin Artaud.
Cuando uno acumula derrotas afectivas, el corazón busca escapatorias que la razón no entiende. El Flaco se había separado de Cristina Bustamante, de quien él estaba profundamente enamorado, y comenzó un zigzagueante derrotero de experimentaciones lisérgicas con otros músicos y amigos entre los cuales se encontraba Pappo con quién mantuvo una estrecha amistad hasta que El Carpo vendiera una guitarra acústica que el propio Spinetta le había regalado. Así, junto con Pappo, Pomo y Miguel Abuelo grabóSpinettalandia y Sus Amigos en casi dos días. El concepto del disco era el de la música aleatoria generada por el azar y la improvisación, un “antidisco”, como supo decir el mismo Flaco. El sello RCA lanzó el disco en marzo de 1971 con los títulos Almendra, Luís Alberto Spinetta y La Búsqueda de la Estrella, por lo que la discográfica tendría un juicio. El álbum no vio su título original hasta el año 1995.
Spinettalandia y Sus Amigos es la carta astral del Flaco donde se plasman y se prefiguran todos sus pasos y su extenso camino como profeta y mito de nuestro Rock nacional.

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