Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 12/11/13
san.pflei@gmail.com
En muchos diarios y revistas –en casi todos- los críticos decían que cantar blues en castellano era lo mismo que cantar tango en tailandés. El hecho es que el 12 de noviembre de 1968 (hace exactamente 45 años) el sacrilegio se hizo realidad: tres pibitos con aires de bohemios subieron a un escenario con una batería, una viola y un bajo, y ante un público de jóvenes artistas e intelectuales tocaron en vivo los primeros bluses cantados en castellano en la historia. Cuenta la leyenda que luego de ese show, un flaquito que era guitarrista de una banda que todavía no había debutado, Almendra, saludó, casi al borde del llanto, al trío: “¿Ustedes se dan cuenta lo que empezó hoy?”. Sí, Luis Alberto Spinetta vaticinó ese día el futuro del Rock Nacional.
Lo importante es lo siguiente: el Blues dejaba de ser de exclusividad norteamericana y rural para convertirse en música urbana y rioplatense. Es que el Blues, como género musical, nace de la convergencia de creencias religiosas y ritmos afro americanos al sur de los Estados Unidos. Los esclavos negros que dejaban sus vidas en los campos de algodón o en las minas de carbón comenzaron a relacionarse, más allá del ardoroso trabajo, de manera artística. Fusionaron los ritmos heredados del África con el folk norteamericano y los adornaron con letras de dolor y melancolía, fruto de saberse mano de obra descartable de los políticos y terratenientes yanquis. El Blues es eso, melancolía, un dolor amargo que se transforma en dulzura al ser cantado, al ser ejecutado. La característica principal es que el Blues en Norteamérica es originalmente de temática rural.
Los tres pibes que hace 45 años dejaban sus instrumentos para bajarse del escenario y saludar a sus padres y amigos estaban haciendo una revolución. Mientras muchos músicos imitaban a Elvis con letras pedorras, trajes brillantes y movimientos pélvicos, otra camada de jóvenes músicos decidían ponerle al Rock una importante cuota de calidad literaria en el idioma de los argentinos; decidían romper con los clásicos esquemas de la música comercial e invitaban a los otros pibes y chicas a escuchar canciones con letras que hablaran de ellos, de sus problemas, de sus amores y de sus locuras mientras la cana les repartía palos. Así, chicos como el Flaquito Spinetta, Moris, Tanguito, Miguel Abuelo y Pipo Lernoud rompían esquemas para estallar cabezas. De esa misma manera, Javier Martínez, Claudio Gabis y Alejandro Medina del trío Manal) crearon el primer Blues cantado en castellano.
El coqueteo con otras bandas estaba bien visto, era parte del naufragio, de la camaradería. Mientras ensayaba con Manal, el guitarrista Claudio Gabis participó de la grabación del primer álbum de Los Abuelos de la Nada, un reciente experimento musical que había nacido de las geniales mentes de Miguel Abuelo y del poeta Pipo Lernoud, allá por 1968. Es que los pibes estaban revolucionados, hacía poco había sido el Mayo Francés y la comunidad artística e intelectual se reunía en bodegones a discutir de arte, de política y a planear los cambios de las mentes con asidero en el amor y en la paz. Desde afuera llegaban discos de The Beatles de los Stones, y sonaban nombres como los de Eric Clapton, BB King y John Mayall.
Manal, a fines de 1968, grabó su primer simple con los temas “Qué pena me das” y “Para ser un hombre más”, logrando una ascendente carrera consagratoria que tuviera su clímax con la aparición de Manal, su primer long play en el año 1970, bajo el sello Mandioca. Pero ya en 1971 –casi después de la separación de los Beatles- el amor en los Manal se había acabado, y junto a ellos se separaron también Almendra y Los Gatos, las primeras bandas del rock argentino. Luego de eso, nacería lo que la crítica dio a llamar la segunda generación del Rock Nacional. Para ese entonces, el blues ya estaba duro como el cemento. Callejuelas embarradas, trenes, subtes, fábricas, bares y plazas. Así es el paisaje que nos regala Manal en las letras de sus canciones, temas que han atravesado el tiempo como una flecha salvaje creando las bases para una cultura que aún hoy no para de expandirse.
Al finalizar su etapa en Manal, Claudio Gabis emprendió un exilio voluntario donde por casi diez años vivió en Brasil y en EEUU (1973-1985). Luego, a finales de los años ochenta regresaría al país temporalmente para mudarse, finalmente, a Madrid donde reside desde 1989. Claudio Gabis es, quizá, uno de los guitarristas más originales de la Argentina, y es que lejos de endurecer su técnica –como generalmente ocurre en el blues-, él siempre fue versátil y novedoso. Gabis, sin ningún pudor, puede decir que fue el primer guitarrista argentino en utilizar la técnica del estiramiento de cuerdas, hoy tan básico en el género; también supo fusionar con sutileza la dureza del rock, la nostalgia del blues y la dulzura del jazz con exotismos de las músicas orientales.
Celebramos porque el blues nacional cumple 45 años y porque Claudio Gabis, el guitarrista pionero del blues en la Argentina, viene a Córdoba a brindar dos shows que prometen ser inolvidables. El primero, el próximo sábado 16 de noviembre en Q’ Sulky (Icho Cruz), el lugar más hermoso y mágico del sur del Valle de Punilla, a las 21:00 hs. Gabis va a hacer un recorrido por toda su carrera y tendrá como invitado al guitarrista local Edgardo Contizanetti. El segundo show va a ser el domingo 17 a las 20:00 hs. en el 9/90 Arte Club con la participación especial del tremendo músico cordobés Esteban Kábalin y una banda de lujo.
Cuando el día cae y la noche se despereza, las estrellas comienzan a brillar como lágrimas congeladas en el cielo, manto azul de recuerdos y melancolía, de vasos rotos y labios rojos que no están, derramando una guitarra y una armónica por los adoquines o el cemento. Eso es el Blues.
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