Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, miércoles 9/10/13
Foto: Ma. Agustina García del Pino
san.pflei@gmail.com
La murga, el tango y el blues son, quizá, los sonidos más representativos de la cultura rioplatense del siglo XX en adelante. Desde el creciente desarrollo industrial en los márgenes del Río de la Plata, la música y la poesía se han ido fundiendo para cantarle a lo extraño, al crecimiento desmesurado de las ciudades, al filo de las relaciones sociales, a las consecuencias del trabajo industrial, a la soledad, a los amores y a la nostalgia. Bodegones y tablados, hombres de trajes, plumas y caras pintadas. Los carnavales se extendieron en las calles para darle vida a esas cosas que estaban calladas, mudas, y poder transformar las tristezas en alegrías. Así, desde la hermosa ciudad de Montevideo nos contagian las voces con los parches y los platillos para escapar un poco del vertiginoso ruido de la modernidad.
Desde sus inicios, los carnavales fueron inventados para volver locas a las personas; desde la Grecia antigua, pasando por Roma y atravesando toda la Edad Media en la oscura Europa, hasta los múltiples sincretismos carnavalescos sembrados en todo el mundo fruto de tradiciones cristianas y paganas. Dionisio era el dios de la tierra y de la fertilidad, el dios del sexo y la locura. Él, seguido por machos cabríos, volvía locas a las mujeres. Las máscaras y los disfraces servían de catarsis para soltar el veneno que toda sociedad enfrascada tiene. En los abatidos poblados de la Europa medieval los carnavales eran un descenso a los infiernos. Quienes hayan leído el Fausto, de Goethe, recordarán esa maravillosa escena de la Noche de Walpurgis, ese cerro nocturno donde las ánimas, las brujas y la llegada del diablo generaban éxtasis y locuras. En los carnavales, tanto el rey como los esclavos tenían los mismos derechos, era la fiesta de la igualdad. En las magníficas culturas del norte argentino, en Bolivia y en Perú, bailar con el diablo, ensuciarse y divertirse con él para luego enterrarlo, es una de las formas de la redención.
En Uruguay, el alma mater de los carnavales se llama Momo. Este Rey se hace presente en los tablados dando pie y letra a las murgas que, con la fuerza de sus voces, llenan a la gente de hermosa locura. La murga uruguaya, a diferencia de otras murgas, cuenta con una cuerda básica de percusión de redoblante, bombo y platillos, y un coro que alterna entre las trece y las diecisiete voces.
El pasado sábado 5 de octubre, visitó Córdoba la murga uruguaya Agarrate Catalina, una de las murgas más imponentes del paisito vecino. Fundada en el año 2001 y con una importantísima carrera en su haber, la murga llegó a la Docta para presentarnos su espectáculo titulado El Fin del Mundo.
La Sala de las Américas del Pabellón Argentina estaba absolutamente repleta, y unos minutos antes de las 22 hs. subió a las tablas la murga local Contraflor al Resto brindando un espectáculo corto pero contundente, robando aplausos, risas y el reconocimiento del público. Contraflor demostró un altísimo nivel vocal y de guión, y en cuestión de segundos calentaron la sala en bailes y aplausos en cuplés (entradas, sketchs) divertidísimos. Luego, bajo titilantes luces violetas y con alarmantes sonidos de sirenas, iba llegando El Fin del Mundo con Agarrate Catalina.
El Apocalipsis. Efecto invernadero. El planeta es cubierto por una asfixiante nube de gases, los polos y los glaciares están derretidos. Las ciudades están casi deshabitadas. Las selvas y los bosques son desiertos, los ríos y los mares son sólo cuencos de arena y piedra. Y miles de cucarachas ansiosas esperan el cataclismo, el fin de la humanidad para ellas hacerse cargo del mundo, ese sueño que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki dejaron trunco.
En medio de las carcajadas y los aplausos, la murga hizo una desopilante interpretación del fin de mundo protagonizada por cucarachas ansiosas por tomar el control. El punto de vista de estos insectos sobre la malograda raza humana pone en jaque nuestra condición, nos ridiculiza al extremo hasta el punto en el que llegamos a identificarnos más con las valientes cucarachas que con nuestra propia humanidad. Las guerras, la religión, la contaminación, las incongruencias de la política, las drogas, el amor y el sexo son algunos de los temas que estas intrépidas cucarachas pusieron sobre el tapete en una noche cargada de emociones.
Bajo la base rítmica del redoblante, del bombo y los platillos, la murga codirigida por los hermanos Yamandú y Tabaré Cardozo invade los pechos de orgullo, esas cosas que pasan cuando la emoción y la fuerza de lo que se escucha se funden.
Luego de los cuplés de las cucarachas y sus ganas de conquistar el mundo, la murga realizó algunas entradas más y anunció la retirada junto a la murga local Contraflor al Resto, y entre un público feliz la murga bajó del escenario para mezclarse con la gente, bailar y cantar, ganando así las veredas y las calles de Ciudad Universitaria.
La cosa es simple: la alegría está en las calles, y las calles son nuestras.
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