Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 8/04/14
san.pflei@gmail.com
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Hace unos meses recibí una invitación que me llamó muchísimo la atención. El productor y animador cordobés Fernando “Flay” Belzagui (oriundo de San Francisco) estaba organizando un espectáculo titulado El Club del Cuarteto con el fin de reunir y homenajear a los personajes más representativos del cuarteto característico de Córdoba. El evento contó con charlas, intervenciones y, claro, shows en vivo. El grupo encargado de cerrar la velada era Cachumba, la banda de Fernando “el Turco” Oliva. En el Club Belle Epoque, santuario de las bandas indies de Córdoba, subía al escenario uno de los grupos más representativos del indie cuartetero local. Y juego con esto porque Cachumba es una banda que desde hace diecisiete años viene generando su propio círculo de trabajo, y es –sin ninguna duda- una de las orquestas con el perfil más bajo de la escena local. En ese show, la banda del Turco Oliva cautivó y poseyó los cuerpos de todos los asistentes en un “tunga-tunga” imparable, narcótico y fiestero.
De tocar todos los martes en La Jungla, girar por todo el interior y pisar escenarios como el de Belle Epoque, Cachumba pasó a inaugurar el ciclo Disco es Cultura 2014 en el Auditorio Juan Domingo Perón, de la Ciudad de las Artes, el pasado jueves 3 de abril ante una sala repleta. El hecho resulta histórico y marca un precedente: nunca una banda de cuarteto había tocado en la Ciudad de las Artes. La Agencia Córdoba Cultura aceptó la propuesta, y el ciclo le abrió las puertas a una de las expresiones populares más representativas de Córdoba. El show se gestó junto con el lanzamiento de Oh Inmortales, el disco número 20 de la banda, el cual es un homenaje a los setenta años del cuarteto. Vale aclarar que esto no hubiera sido posible sin la intervención de Fernando Belzagui –animador y productor del show- quien desde el año 2008 es gestor y maestro de ceremonias de importantísimas expresiones culturales como Músicos en la Calle y las Veladas Cuasi Literarias, entre otras actividades. Belzagui produjo El Club del Cuarteto y no paró hasta llevar a Cachumba al escenario de la Ciudad de las Artes.
El cuarteto nació en los arrabales de las crecientes urbes argentinas entre los años 30 y 50 como un hijo del paso doble, la milonga y la tarantela, y se desarrolló en una Córdoba obrera y periférica dando lugar a la expresión popular, en los años 60, de la mano de instrumentos como el acordeón, el piano, el violín y el contrabajo. Desde entonces, la música y la lírica del cuarteto han ido atravesando los diferentes estratos sociales –porque, recordemos, siempre se lo ha llamado “la música marginal”- hasta llegar a otras provincias y coquetear con otras músicas como el rock, la cumbia y el merengue.
Oh Inmortales fue editado de manera completamente independiente en el mes de marzo de 2014. Con este disco, Cachumba recupera un repertorio clásico del cuarteto característico de Córdoba, ése que se baila acompasado junto al acordeón, al piano, al bajo y al güiro, apretaditos, casi pechito con pechito. El nuevo álbum reúne doce temas de los más importantes exponentes de la música popular local: Cuarteto Leo, Cuarteto de Oro, Chébere, el Turco Julio, la Mona Jiménez, Sebastián, Gary, los Chicos Orly, el Negro Videla, Trulalá y Rodrigo.
Cachumba es una verdadera orquesta de cuarteto. La banda está conformada por Fernando “el Turco” Oliva (voz), Osvaldo Tabares (acordeón), Juan Zavaley (bajo), Luis Gómez (piano), Kevin Álvarez (timbas), Sergio Yanotti y Federico Funes (teclados y coros), Carlos Tula (tambora y coros), Oscar Ortiz (coros) y Naim Oliva (güiro).
Cachumba va rumbo a los veinte años de carrera, y Oh Inmortales es un grito de agradecimiento a tantos años de música del cuarteto local. El grupo liderado por el Turco Oliva es una clara muestra de que la independencia y la autogestión sostenida son el camino para desarrollar las metas y los sueños. Con este nuevo disco -y lejos de despampanantes muestras de exitismo berreta y barato- Cachumba nos ofrece otra oportunidad para agarrarnos de las manos, sonreír, acercar los cuerpos y bailar hasta que la noche corrija la timidez. Siempre hay tiempo para ser felices.
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