lunes, 1 de agosto de 2011

Mística y reconstrucción de los ritos - Adiós a "Bam Bam" Miranda.



  • T: Santiago Pfleiderer
F: Natalia Mondelo
La noche del jueves 28 de julio nos cacheteaba con una noticia para nada feliz: El percusionista Miguel Ángel “Bam Bam” Miranda se desvanecía en pleno show – homenaje a la Independencia de Perú- de su banda Guarango en las tablas del Teatro del Libertador. Paro cardíaco o ACV, los rumores eran muchos. Al mediodía del día siguiente las noticias confirmaron lo más triste: Bam Bamhabía fallecido. Esa misma tarde, diversas agrupaciones musicales y colectividades culturales le rindieron un homenaje a base de cantos y tambores en el teatro donde el percusionista había actuado la noche anterior.
Un auténtico Guarango
Nacido en Lima, en el seno de una familia de músicos, Miranda comenzó desde muy pequeño con la percusión. En Argentina hizo sus primeras apariciones de la mano de Alejandro Lerner. Ya en Córdoba, donde estaba radicado desde hace años, comenzó tocando con la banda de Carlitos La Mona Jiménez a quien acompañó hasta el día de hoy. Además, formaba parte del grupo de música afroperuana Guarango, su grito de independencia y gran amor.
Participó en reiteradas ocasiones como artista invitado de músicos de renombre como Andrés Calamaro y Los Caligaris entre otros. 
La despedida
A modo de auténtico homenaje, músicos y artistas autoconvocados se reunieron en una ronda de tambores frente al Teatro del Libertador, lugar donde su cajón sonó por última vez la noche anterior.
Al evento se sumaron unas 300 personas, entre quienes ya estaban al tanto del homenaje y aquellos que al pasar se fueron quedando invitados por el ritmo de los tambores. No faltaron los que impulsados por la música se pusieron a bailar al son de esos ritmos improvisados y cómplices.
De esta manera, como sólo los cordobeses podemos hacerlo, despedimos entre risas y llantos, bailes y aplausos, tambores y gritos, a un grande de la música.*
9/90, su casa
Sería redundante y extenso hablar de la relación de Miguel Ángel “Bam Bam” Miranda con Carlos “La Mona” Jiménez y la identidad del cuarteto en Córdoba, es que el reconocido músico peruano no sólo estuvo vinculado de lleno al inmenso mundo del cuarteto, sino que, además, fue pieza fundamental dentro de la apertura musical que permitió que los músicos cordobeses entraran por las maravillosas puertas de las músicas más tradicionales de Latinoamérica con orígenes africanos, junto a grandes músicos y artistas locales como Minino GarayVivi PozzebónPalo y Mano, la Comparsa Afro y varios más. Y siBam Bam fue parte, desde comienzos de los años 90, de ese ritual único que es el fenómeno de los bailes de cuarteto, también fue uno de los responsables de ejercer chamánicamente en otros rituales como el de las hermosas Jam Sessionsdel 9/90 Arte Club y los shows de su banda GuarangoBam Bam hizo de 9/90el lugar adecuado para las nuevas exploraciones musicales que le darían reconocimiento y satisfacción más allá de su trabajo como percusionista de La Mona. Y no es casual que Miranda haya elegido 9/90: el lugar es, desde hace años, un templo y un refugio para los artistas locales, símbolo de la resistencia artística y del mundillo de la música under en Córdoba; ese pub-antro de aspecto subterráneo construido en una barranca y adornado con todos los símbolos contra-culturales a los que la industria cultural plantea como lo hegemónico.
Y el 9/90 Arte Club fue el lugar designado para que sus amigos y fanáticos pudieran despedirse de Miranda. El velatorio comenzó allí a las 21 hs del día viernes 29 de julio.
Para aquellos exploradores de la noche cordobesa y para los amantes de la música local, entrar a 9/90 siempre exigía una cuota extra de adrenalina aumentada por la agitación producida en la larga subida de esa cuadra del BV. Los Andes. Pero esa noche todo fue muy diferente. Desde afuera se veían ojos brillosos, caras entumecidas y cigarrillos cabizbajos. La noche del viernes no había fiesta en 9/90. 
Los ritos
Adentro descansaba Bam Bam tapado con la bandera de su Perú, y el desfile de gente era tímido pero incesante. Miguel Ángel “Bam Bam” Miranda fue uno de los pocos músicos en Córdoba que logró ligar en el escenario y debajo de él a gente del jazz, del folklore, del cuarteto, del rock, del tango y de las diversas corrientes musicales latinoamericanas vinculadas al latin jazz. Y así fue su despedida. Lo acompañaban los músicos de sus múltiples proyectos, la prensamainstream y la prensa independiente, los fanáticos de su música, vecinos, infinidad de amigos, admiradores, curiosos, músicos de todo género, compatriotas peruanos, agentes culturales y más.
Pero si desde nuestra educación, desde nuestra concepción cristiana (a nivel general) de comprender y de realizar los ritos por los cuales los vivos se despiden de sus muertos con escenas lacrimógenas, extra dolosas donde la despedida se convierte en un profundo, oscuro y tenebroso valle de lágrimas y sufrimiento, diríamos que el adiós a Bam Bam estuvo más cerca de un rito pagano que de un rito cristiano. Es que la energía del percusionista en la gente era tan fuerte que no hubo lugar para un sólo tipo de despedida, para un sólo tipo de ritual. Su gente lo saludó con charlas entre amigos, con vasos de café y cigarrillos, con petacas escondidas, con videos musicales y performances a base de toques percutidos y de cantos.
En algún sentido, no era descabellado que así ocurriera, siendo que Bam Bamunió en su paso por Córdoba a la gente más diversa, siempre con el espíritu festivo de los tambores y del canto, con el ritmo vital del pulso de la tierra arraigado a lo más profundo de las raíces culturales de Latinoamérica. Y si para las antiguas –y no tanto- comunidades que fueron fruto de las mezclas entre el África negra y el indígena americano el paso a una mejor vida se vivía como una celebración, esa noche el 9/90 Arte Club se convirtió en un templo para la diversidad donde se fundieron todas las tradiciones y los ritos en más de una despedida. Así Bam Bam Miranda comenzaba su gira mágica y misteriosa llena de flores y de parches.
*N. de R.: Colaboraron en esta nota: Virginia Sánchez y María de la Cruz Mosso.

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