viernes, 21 de junio de 2013

SITUACIÓN DE LOS MÚSICOS LOCALES / “CON LOS SUEÑOS POSTERGADOS, CÓRDOBA VA”


Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 18/06/13
san.pflei@gmail.com

Hablar sobre la situación actual de los músicos locales resulta complicado y hasta soberbio. La realidad de la música local es tan compleja e inabarcable como la cantidad de grupos, artistas y propuestas que se vienen desarrollando en la ciudad de Córdoba, viendo a ésta como un centro de resistencia frente al aplastamiento producido desde la industria del espectáculo centralizada en Buenos Aires. Lo que sí podemos decir es que desde hace algunos años, y con las facilidades que posibilita Internet y las redes sociales, los músicos cordobeses vienen desarrollando una importantísima escalada de profesionalización que implica la edición de discos de excelente calidad hasta el trabajo de producción de los shows; podemos sumar la ayuda que supone la creación y el crecimiento de muchos sellos independientes y la apertura que esto genera en columnas periodísticas y en programas de radio. Un disco editado y bien presentado es la ganzúa para abrir las puertas.

Sin embargo, para los músicos independientes de Córdoba, el desarrollo profesional no resulta un desafío sencillo, sobre todo por el hecho de que deben sortear, no sólo obstáculos económicos (la edición de un disco ronda por encima de los diez mil pesos), sino también burocráticos y lidiar contra la falta de políticas culturales que permitan incentivos y lugares de expresión para la promoción de las obras. Recordemos que en el año 2010 fueron cancelados los ciclos Ensayo de Orquesta y Dulce y Melancólico del Cineclub Municipal Hugo del Carril por “falta de presupuesto y de nuevas propuestas”, según los directivos. Y si bien se mantienen activos algunos espacios culturales (sin nombrar los Teatros Real y el Libertador) como la Casona Municipal, el Centro Cultural de barrio San Vicente, el auditorio de Ciudad de las Artes, el cicloDisco es Cultura, lugares como Cocina del Culturas y eventualmente algún CPC o espacio público, es muy difícil para los músicos locales entrar en las agendas de la Municipalidad y de la Provincia (recordemos el inconveniente público que tuvo la banda local Los Frenéticos para el evento del 25 de mayo organizado por la Provincia en el Centro Cívico).

Si bien se dice que el cuarteto es un género marginal, no hay nada más alejado de la realidad que ése concepto. La marginalidad del cuarteto pasa por una coyuntura socioeconómica –y general- del público al cual está dirigida la música de cuarteto en cuanto a letras, mística y ritual del baile; si hablamos de La Mona Jiménez estaríamos mejor direccionados (el promedio de espectadores en los bailes de La Mona es de veinte mil personas). En Córdoba no existe un mercado de la música más fructífero –en producciones discográficas y ganancias- que el cuarteto. Si un grupo de rock o de folclore intentara llenar estadios cubiertos tres noches seguidas seguro resultaría un fracaso; incluso para las bandas que vienen de Buenos Aires es difícil convocar a mucha gente varias noches seguidas, y esto sólo ocurre con firmeza en festivales como los de Cosquín -folclore o rock-, Jesús María o los Quilmes Rock. El cuarteto, tanto en la ciudad como en la provincia de Córdoba, es el género más convocante y popular, y en ése aspecto está muy lejos de la marginalidad.

Quizá una de las razones por la cual el folclore, el rock y el jazz no trasciendan más allá de los espacios reducidos de la zona del abasto, algunos lugares de Alta Córdoba y peñas, sea por la notable ausencia políticas culturales inclusivas que se jueguen definitivamente por las excelentes propuestas y la altísima calidad de muchos artistas locales para hacerle frente al monopolio del cuarteto y así poder expandir los horizontes y las perspectivas más allá de la ciudad de Córdoba y de los clásicos festivales del verano cordobés. Ahora, la pregunta es la siguiente: ¿Por qué siempre los grupos locales tienen el menor tiempo de actuación, tocan con el peor sonido y en los peores horarios, y –además- figuran con letra chica en los afiches de los mega-festivales que aquí se realizan?

Sin dudas que frente a la dura realidad a la que deben enfrentarse miles de músicos cordobeses se le suma otro importante factor en contra: la arbitrariedad y violencia con la que actúan quienes hacen cumplir el oscuro y escabroso Código de Espectáculos Públicos y la Ordenanza de Bares que no hacen otra cosa que coartar la libertad de trabajo a los músicos como a otros artistas locales, y que dejan baches y vía libre para la coima y la clausura arbitraria de salas, bares y espacios vitales para el desarrollo del trabajo y la creación artística. Ni hablar de que esta situación empeoró notablemente con el efecto Cromañón, ya que esto impulsó aún más las políticas recaudatorias e hizo más estrechas las posibilidades de mejorar la situación de los espacios para el trabajo artístico. Todo esto sumado a una histórica falta de presupuesto en Cultura ya que siempre “hay asuntos más importantes que resolver”.

Con la aprobación de la Ley Nacional de Medios Audiovisuales y de la Ley Nacional de la Música, la cuerda queda menos floja y desafinada que antes. Queda visitar bares, salas oficiales, galpones, y recorrer las agendas y las calles cordobesas para conocer, descubrir y apoyar a los enormes talentos musicales que caminan nuestras mismas veredas. Como dice la canción, “con los sueños postergados, Córdoba va….”

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