lunes, 23 de septiembre de 2013

PEDRO AZNAR EN CÓRDOBA: VIBRANDO EN EL PULSO DE LA VIDA

Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 3/09/13
san.pflei@gmail.com
Gentileza: Ma. Agustina García del Pino
Gentileza: Ma. Agustina García del Pino
Si se dice que Serú Girán eran los Beatles argentinos, podríamos afirmar de la misma manera que Pedro Aznar es el Paul McCartney de estas pampas, que David Lebón es el John Lennon criollo y etcétera. Pero aprovecho esta anecdótica menudencia del vox populi rockero argento para introducir, quizá, algunas palabras vinculados a Aznar, el Paul McCartney argentino, ese que en 1978, a los dieciocho años, –en plena época de las dictaduras latinoamericanas- viajó a Brasil invitado por Charly García para integrar un proyecto musical en el cual deslumbró de entrada a sus otros compañeros llamados David Lebón y Oscar Moro. Así nacería Serú Girán, una de las bandas de rock más importantes de América Latina, para denunciar de una manera críptica las dudas y angustias de una juventud masacrada por los regímenes autoritarios.
Pero a los 22 años, Pedrito Aznar es seducido por la maravillosa música del guitarrista norteamericano Pat Metheny y, luego de varias correspondencias y anhelos colaboracionistas, Aznar comenzó a formar parte del Pat Metheny Group y a cursar estudios musicales en la Universidad de Berklee.
A grandes rasgos, así nació la carrera de uno de los músicos más excepcionales de nuestro país, aquél que en su tardía adolescencia formó parte de la mayor banda del rock nacional y que a partir de ahí se dio el lujo de tocar con la primera plana de la música popular argentina y de grabar discos bellamente memorables.
Dueño de una voz privilegiada y de un virtuosismo vertiginoso, Pedro Aznar es un tipo que sabe manejar los climas de la música con total convicción y perfección, y eso es lo que le da valor al trabajo del músico, el sentido de la musicalidad en su pura expresión, condimentado con el exquisito buen gusto y la experiencia.
Bajista impresionante, guitarrista maravilloso y tecladista impecable, el ex Serú Girán es, además, un prolífico compositor y un intérprete profundamente comprometido con la música popular argentina. Quizá por eso es que Pedro Aznar realizó en Córdoba dos shows con entradas agotadas en el Teatro del Libertador el pasado jueves 29 y viernes 30 de agosto. En el espectáculo del jueves 29, Aznar hizo un repaso escueto por su reciente carrera solista, aprovechó para realizar un repertorio folklórico refrescante y un emotivo homenaje a Luís Alberto Spinetta, fruto de Puentes Amarillos, el disco que Pedro grabó con excelentes versiones de canciones del Flaco. En el show, también, el músico dedicó un buen segmento a regalarle al público una gran selección de temas de The Beatles ejecutados con tal magnitud que daría envidia a los propios Beatles.
Pedro Aznar anunciaba que su show estaba marcado por el amor, por la pasión en sus más diversas formas de la experiencia, y también por el amor plasmado en aquellas canciones del repertorio popular que llevaron al músico a desarrollar su carrera profesional: el folklore, Spinetta y The Beatles.
Solo, con un arsenal de guitarras, sus bajos y un piano eléctrico, Pedro Aznar tocó dos horas exactas ante un auditorio deslumbrado por tanta perfección. Quizá el show arrancó con un poco de frío, pero el músico –que también es dueño de los escenarios- supo atizar a la audiencia con un repertorio exquisito de brasa y madera. “Si llega a ser tucumana”, del Cuchi Leguizamón, “Cantata de puentes amarillos”, “Barro tal Vez” y “Quedándote o yéndote”, de Spinetta, “Quebrado” y “Perdón”, del propio Aznar, y un par de canciones en co-autoría con Teresa Parodi fueron algunas de las perlas desparramadas por Pedrito Aznar. Pero, sin dudas, el momento más explosivo de la noche fue con el bloque Beatle en el cual tocó temas como “Blackbird”, “Strawberry fields forever”, “Lady Madonna”, “Michelle” y “I am the walrus” con tremenda fuerza e intensidad, pero si pensábamos que esto era mucho, Aznar nos pintó la cara cuando hizo la canción “Because” de la banda de Liverpool grabando en vivo y loopeando en tres capas las diferentes voces de la canción y tocando bajo, guitarra y piano, generando en el show un laboratorio experimental de interpretación musical, un lujo para no perderse.
En estas columnas y en mi cotidianeidad, siempre intento transmitir la sensación de la música en vivo como un ritual chamánico, como una sesión de espiritismo donde el flujo de espíritus y de energías es recíproco desde el brujo hasta su gente, desde el artista hasta su público, y viceversa. Quizá Aznar sea Paul McCartney y nosotros hojas pentagramadas o las cuerdas de un bajo vibrando al pulso de la creación.

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