Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 11/02/14
san.pflei@gmail.com
Hay personajes que son coloridos como los cerros,
personas que huelen al lugar de donde son, gentecitas que tienen los ojos del
color de sus ríos, que huelen a tomillo y peperina, y que silban como los
pájaros del amanecer. Quizá la magia de nuestras inmensas serranías consiste en
ser el refugio espiritual de miles de personas con el arte que les corre por
las venas. Tal es el caso de un muchacho que, crecido en el valle de
Paravachasca, arrimó sus pies a la ciudad de Córdoba para darse cuenta, años
más tarde, que su lugar sigue siendo bajo la sombra de los aromitos serranos.
Desde las tibias arenas templa las cuerdas de una guitarra mientras su largo
pelo le tapa la cara, pero no le impide que salga su voz. El muchacho José Luis
Aguirre ve cómo sus retoños caminan descalzos mientras la sonrisa de los niños,
el río y las cuerdas de una guitarra se transforman en canción.
José Luis Aguirre es una de las realidades musicales
más bellas de la música folklórica actual. Sin dudas podía decir que su música
se inscribe en una línea de ruptura de la mano de Ramiro González, Raly
Barrionuevo, el Trío MJC, Sombraitoro, Inti Huayra, y otros jóvenes músicos que
hacen de la música de raíz un espacio perfecto para la belleza y la reflexión.
Oriundo de Villa Dolores, José Luis Aguirre hace de su
tonada chuncana el condimento perfecto para adornar sus canciones llenas de
sencillez y picardía. Habiendo sido parte del grupo Los Nietos de Don Gauna, el
cantor se instaló en Córdoba Capital donde en el año 2008 editó su primer disco
solista titulado Pintura de Pago chico.
Luego de haber desparramado sus canciones por salas, bares, peñas y escenarios
festivaleros, José Luis Aguirre lanzó en el año 2012 su segundo disco titulado Gajito I’Luna, que va de la mano con su
ida a vivir al valle de Calamuchita en busca de la tranquilidad. Quizá sea eso:
tranquilidad, armonía, perfumes y aires frescos, murmullos y cielos profundos
es lo que nos transmite Gajito I’Luna.
Un disco que tiene que ver con el amor, con el rescate
comprometido de algunas voces calladas, con la celebración y la fiesta, con los
eventos populares, con la tierra y con sus rituales. Desde la zamba, la
chacarera, el gato, la vidala, el huayno, la tonada, la cueca, el candombe y
los múltiples formatos de la canción, Gajito
I’Luna recupera con brillo y hermosura las diversas tradiciones de la
música popular anclando las raíces en casi toda la geografía del suelo
argentino. Catorce canciones, nada más y nada menos.
José Luis Aguirre, además de ser un gran guitarrista y
uno de los compositores con más vuelo de la escena musical local, es un poeta
implacable, dueño de una sencillez y de una grandeza lírica que se agiganta en
el empleo de lo cotidiano, de la memoria popular y de las anécdotas, en el uso
del humor y de la picardía que, como el vino y el fuego, unen a las personas
más allá de toda condición. Y es que la búsqueda artística de José Luis va
hacia lo más simple: los patios de tierra, los árboles, los cerros, el
compartir y el recordar. Una de las formas de verlo es el poema titulado
“Resistencia”, un preámbulo a la canción “Peña de la Pirincha”, espacio de
reencuentros en los trasnoches de las peñas coscoínas.
Imaginen un patio de tierra, damajuanas en el piso,
manos desenfundando guitarras, voces contando chistes, otras voces entonando,
palos golpeando los bombos, la noche que abraza como el fuego, el deseo
encendido en cada trago de vino, el amor ofrecido en cada canción, los
recuerdos en los ojos perdidos, dos manos que se chocan, el abrazo con olor a
humo y ropa vieja, los platos de locros y las empanadas chorreando su jugo.
Búsquenlo, en ésos lugares anda José Luis Aguirre con sus canciones.

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