Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 6/05/14
san.pflei@gmail.com
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Recuerdo una noche, a comienzos del año 2006. Íbamos caminando por la calle General Paz con bastante ansiedad. El viento fresco se colaba por las esquinas, y los semáforos intermitentes decoraban sin sentido el centro de la ciudad, anunciando la medianoche. El río Suquía corría flaquito y hediondo, y en el Abasto ya comenzaban a levantarse las persianas metálicas dándole un poco de vida a esa resacosa parte de la ciudad. El barrio tiene olor a cigarrillos y gusto a cerveza caliente. Los choripanes son el Paco Rabanne del rock de Córdoba, tentación criolla bañada en vinagre.
La ansiedad corría porque íbamos directo a La Esquina del Abasto, un antro grande y preparado para bandas en vivo que estaba ubicado sobre el Bv. Los Andes, frente a las vías del tren. En el lugar iba a tocar El Adoquín, un trío rockero conformado por Gady Pampillón (guitarrista de La Torre y de Malón), Juan Rodríguez (baterista de Sui Generis y de Polifemo) y Rinaldo Rafanelli (bajista de Sui Generis, Color Humano y Polifemo). Ver a esos tres tipos tocando juntos, sin dudas, era una promesa clara de buen rock & roll y de un sonido potente ligado a válvulas y a años de experiencia. Pero también, una de las promesas de la noche era escuchar a Proyecto Aphostol, una banda que había nacido hacía poquito tiempo luego de que su guitarrista -Jorge Imberti- y el baterista Beto Graff decidieran alejarse de su anterior banda, la Crosstown Traffic. Fue así que entre cigarrillos apurados y vasos de cerveza, pudimos ser testigos del nacimiento de una de las más grandes bandas del rock duro cordobés.
Jorge Imberti y Beto Graff dejaron la Crosstown Traffic para encarar un proyecto que tuviera que ver con un sonido más duro y potente, ligado a influencias setentistas y experimentales donde el sonido crudo de la guitarra y los largos sets de improvisación fueran momentos clave para el deleite y la expansión sensorial de los asistentes al show, rompiendo con los esquemas cancionísticos modernos donde un tema no puede durar más de tres o cuatro minutos. Largas zapadas, momentos de altibajos y un gran despliegue de virtuosismo caracterizaron los shows de Proyecto Aphostol, y caracterizaron a la banda como el grupo soñado de los años setenta que uno podía ver en la actualidad. Las performances se completaban con las impresionantes actuaciones del bajista Sebatián Teves (también bajista de Sur Oculto) quien desplegaba en los recitales un arsenal técnico imparable dejando sin aliento al público presente.
Proyecto Aphostol contó con la participación de varios cantantes, empezando por el propio Jorge Imberti. Han colaborado con sus voces María Fernanda Altamirano (cantante de Come To Mama), Carolina Morini, Lula Bertoldi (cantante de Eruca Sativa) y Esteban Kábalin, quien actualmente comparte escenario con Imberti en Re Evolution Rock, las jams de los miércoles en Los Siete Locos Arte Bar. Desde hace ya algunos años, y tras la partida del baterista Beto Graff hacia otros horizontes musicales, a los parches los ejecuta Taufi Flores, y en la voz está la señorita Mariana Laura Piatti (también cantante de Ánima Terra), quien aporta a la banda un caudal vocal impresionante, ideal para una banda como Proyecto Aphostol.
En el año 2008 el grupo editó su primer material discográfico titulado Vol. 1. Actualmente, y sin guardar la primicia, la banda espera la llegada de su segundo disco, un material que promete ser detonador.
En Córdoba el rock pesado está a la orden del día: Pésame, Hammer, Moola y Proyecto Aphostol están en primera línea. Es que la fuerza y la calidad no deben apagarse nunca. La llama olímpica del rock siempre enciende nuevas historias para compartir.
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