Por Santiago Pfleiderer, Periódico La Unión Regional (de Sierras Chicas), agosto de 2014.
Ana Gollán dice que siempre le picó el bichito de las artes plásticas, que siempre anduvo por ahí pintando y dibujando, buscando –quizá- ese orden cósmico que el arte le da a las cosas, a la vida, a la propia historia y al deseo de que nuestros átomos se diversifiquen en la posteridad. Ana Gollán nació en Córdoba, tiene 41 años y desde hace más de una década que vive en Sierras Chicas.
Unquillo, la ciudad de los artistas. Desde Lino Enea Spilimbergo, Guido Buffo, Eugenio Rivolta, hasta Raúl Díaz, Tulio Romano, Álvaro Izurieta y Carlos Alonso –sólo por nombrar a algunos-, las artes plásticas se han refugiado en esta bella porción de las sierras cordobesas para darle vida a una proyección cultural importantísima desde el seno de un lugar que no sólo alberga paisaje, idiosincrasia, historia y recursos, sino también indiscutidos talentos y valores para la cultura, no sólo local, sino también nacional. Así, cientos de músicos, artistas plásticos, escritores y gestores del arte eligieron –y eligen- Unquillo para vivir y transitar.
Ana Gollán dice que, aunque haya compartido parte de su vida con un artista plástico, eso no le significó un destino vinculado al arte, ni saberes ni experiencias comprobables porque “esas cosas, en pareja, casi no se aprenden”. Luego, los giros de la vida la fueron llevando hacia nuevos descubrimientos e inquietudes trasladando la pintura y el dibujo ya hacia otras áreas de las artes plásticas.
Unquillo, como buen receptáculo de talentos artísticos, brinda y genera espacios para el disfrute de estas expresiones culturales. Desde su antigua y cuidada arquitectura, el Espacio Incaa, sus barcitos y puntos de reunión, sus curvas entre lomas, su arroyo serpenteante y desde su vegetación y naturaleza, Unquillo ya es una ciudad artística, y más si le sumamos otros espacios como la galería de arte Maika (Remedios de Escalada 2741), un lugar donde poder disfrutar de las producciones artísticas de Unquillo y Sierras Chicas en un marco de calidez.
Ana Gollán confiesa que nunca estudió Bellas Artes, y que está grande para ponerse a estudiar. Dice que vivía en barrio Rogelio Martínez, en Córdoba, y que nunca se acercó a la Universidad Nacional de Córdoba o a la Escuela de Artes Aplicadas “Lino E. Spilimbergo”. Sin embargo, hace algunos años, Ana conoció al genial escultor Manuel Eduardo Solís quién cambió su visión y su modo de encarar su manera de gestar y de producir el arte. Entonces, Ana Gollán comenzó a dedicarse a la escultura en chapa y a desarrollar su obra desde esta aplicación. Ella dice que “siempre dibujaba pajaritos” y que influenciada por la obra de Manuel Solís, hizo un caballo que estilísticamente era muy similar a los rasgos de un toro que ya había esculpido su maestro, así que decidió volcar su técnica a la creación de aves en chapa batida. Así, su obra se ve plagada de plumíferos quietos en gestos de movimiento perpetuo, la vitalidad y la promesa de la libertad en el vuelo a pesar del frío de la chapa.
Desde el 19 de julio y hasta el 30 del mismo mes, la obra de Ana Gollán pudo verse exhibida en la galería de arte Maika, junto a las obras del escultor Diego Gutiérrez en el marco de la presentación de la muestra Paisajes, de la artista Elisa de Azlor. El 2 de agosto, parte de la obra de Ana Gollán viajó para ser vista en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Buenos Aires. La obra también podrá verse en la escuela 17 de Agosto, por invitación y gentileza de su directora.
Las Sierras Chicas nos invitan, nos convidan hermosuras. Basta con ver su paisaje, que a pesar del crudo invierno, no está del todo amarillo; basta mirar las chimeneas humeantes, sus árboles, sus cerros, percibir sus aromas. Porque el arte se nutre del arte.•
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