viernes, 15 de agosto de 2014

ROUGE & ROLL / PINTANDO LOS ESPEJOS DEL ROCK

Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 12/08/14
san.pflei@gmail.com
Rouge-&-Roll-foto-grupalCorrían los tumultuosos años 90. Uno de mis recuerdos fue la instalación de algo que se llamaba “el Cable”, un dispositivo quizá mágico que nos permitía superar el záping por los tres canales y acceder a un mundo infeccioso, adictivo y poco explorado. Así, entre Cablín y el Magik, comencé a descubrir la MTV y el Much Music, esos paraísos hollywoodenses de la música donde todo era lujo y purpurina, pero donde –en realidad- había poca música y cada vez más realities. En esos años, también, la catarata informativa nos comunicaba con horror la caída de un helicóptero, los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA, que las fábricas estaban cerrando, que Río Tercero voló por los aires y que un dólar valía el hambre de millones en un país sembrado de McDonalds y tortugas ninjas.
En el mismo momento en el que un VJ llamado Alfredo me presentaba a Café Tacvba por MTV, en Argentina el rock era un Charly García descontrolado cuyo sostén se llamaba María Gabriela Epumer. La Renga abandonaba los bares para ir ganando espacio en los galpones, Soda Stéreo se despedía –sin saberlo- hasta dentro de diez años, los Redondos llenaban estadios y muchos grupos como Karamelo Santo, la Bersuit Vergarabat y Todos Tus Muertos comenzaban a ser la voz de las nuevas y jóvenes luchas sociales, hijas del capitalismo más salvaje y competitivo.
Pero acostumbrados –hasta no hace mucho- a que el rock venido de Buenos Aires era mucho mejor que el local, muchos cordobeses se perdieron el gusto de conocer grandes bandas icónicas del rock vernáculo. La Crosstown Traffic, Armando Flores, Caín, Pulgarcito, Hammer, Praxis y Los Navarros son sólo algunos de los grupos que, en Córdoba, vociferaban la bronca de ver a una sociedad anestesiada por el dólar. En medio de esa vorágine en la cual no se podía ver muy bien el futuro, surgió en Córdoba otra banda con la necesidad de hacer rock and roll de la manera más clásica posible, con un sonido crudo y distorsionado vinculado a una rebeldía primitiva pero necesaria, así nació Rouge & Roll, que hoy es un hito del rock cordobés.
Quizá el nombre de la banda les suene porque en sus filas se encuentra José Palazzo, quien toca el bajo desde mucho antes de ser el creador del Cosquín Rock junto al Perro Hemaides, y de convertirse en el productor que es hoy.
En esos ajetreados años 90, Rouge & Roll fue una de las bandas cordobesas que más escenarios pisó. Tocaban todos los fines de semana y llegaron a actuar en dos ocasiones en los famosos Chateau Rock. Editaron un simple de vinilo para difusión, grabado en los estudios Moebio y producido por Juanchi Baleirón, guitarrista de Los Pericos, y también grabaron su primer álbum Volumen 1, de doce canciones, distribuido por Sony Music.
Rouge & Roll es una potente banda de rock and roll donde el papel de las guitarras es fundamental, pero donde ningún instrumento se queda atrás.
Conformada por Mariano Marino (batería), José Palazzo (bajo), Ignacio Luque (guitarra y teclados), Gonzalo Viñas (guitarra), Sergio Panigo (armónicas) y rotando de cantantes, la banda incorporó, entre otros, al mítico Julio Anastasía, vocalista de Los Navarros y de Electrosaurio; luego ingresó como cantante Rafael G.
El grupo estuvo algunos años sin actuar y en el 2005 se juntaron para reanudar el proyecto. En el año 2011, Rouge & Roll editó su segundo álbum, Volumen 2, un tremendo disco con quince canciones de puro rock and roll, bien tocado y poderoso, sin muchos virtuosismos pero con una contundencia clave para fijar la atención y hacer mover los pies en el disfrute máximo de la música. En el disco participan grandes personalidades del rock como, por ejemplo, el productor y guitarrista “Indio” Márquez, el “Negro” García López, Javier Calamaro, la cantante Lula Bertoldi, el blusero cordobés César Valdomir y el mismísimo Julio Anastasía en una grabación realizada por la banda en el año 2006.
Rouge & Roll es uno de esos grupos que demuestran una gran identidad con su tiempo y con su espacio, perseverancia y consistencia, lo que el arte necesita parta ser parte de la historia.

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