LA POESÍA RESISTE EN EL DIÁLOGO
Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 31-03-15
san.pflei@gmail.com
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Apenas pasados los años dos mil, quien suscribe era un tímido estudiante de Letras Modernas. En el vértigo del aprendizaje, de las crisis institucionales, y en la búsqueda de una epifanía que permitiera a la juventud de la época pensar en un futuro de ni miseria ni de autismo intelectual, algunos intrépidos nos acercamos a la poesía, no con el mero fin de alcanzar un goce estético trepados a la famosa torre de marfil, y tampoco para analizar su etiología más primigenia en fríos laboratorios estériles llenos de gafas y vigores tapados con barbijos mientras algunos ven cómo la poesía se mueve bajo la lupa distante de los microscopios. La poesía no es una chalina tejida por los dioses, tampoco es un organismo vivo dispuesto a ser analizado para comprender el pasado y el futuro de las categorías problemáticas de la literatura. La poesía es un arma, una herramienta de lucha, un cargamento de buenas intenciones con el cual tirar fogonazos que pueden verse reflejados en muchas y distintas realidades. Un espejo invertido, una flecha de tinta, un tatuaje, es algo de lo que no se vuelve.
Entonces, por esos años, pegado como un axolotl a la vidriera de Rubén Libros pude observar con curiosidad un libro que en realidad era una revista: Hablar de Poesía 15, año VIII, junio 2006, editorial Nuevohacer. Bueno, no había nada más que hacer.
La revista tuvo su primera aparición en junio de 1999 por iniciativa del escritor Luis Tedesco, quien a su vez era gerente de la editorial Nuevohacer / Grupo Editorial Latinoamericano. Desde el primer número y hasta el día de hoy, la dirección de la revista estuvo a cargo del escritor, ensayista y traductor Ricardo Herrera, quien se ha puesto sobre los hombros la dura tarea de mantener durante tantos años una publicación semestral de excelentísima calidad editorial, poética y académica. Pero sobretodo, Herrera se ha autoencomendado la invaluable misión de mantener la charla y la discusión poética en vigencia a través de una revista que no sólo recopila reseñas, ensayos y poemas, sino que los hace dialogar permanentemente con diversas vertientes estéticas, ideológicas, dando espacio a tremendos autores e intelectuales locales, nacionales e internacionales, valorando el presente con perspectivas hacia un futuro que promete más y mejores conversaciones poéticas, porque el arte de nada sirve si no se lo toma como una actitud política.
En las páginas de Hablar de Poesía uno puede encontrar textos de Leandro Calle, Silvio Mattoni, Susana Romano, Osvaldo Bossi, Elisa Calabrese, Beatriz Galli, Arturo Carrera, Irene Weiss, William Blacke, Rilke, Santiago Kovadloff, y cientos más.
A partir del número 17 (noviembre del 2007), la revista pasó a la órbita de Alción, bajo la dirección editorial de Juan Maldonado. Alción es la editorial cordobesa con más libros editados y –del interior- una de las que mayor llegada tiene al mercado rioplatense.
Hablar de Poesía es una de las revistas especializadas más importantes del país y -con quince años de trayectoria- su director, Ricardo Herrera, y su editor, Juan Maldonado, nos invitan a la presentación del número 30 –edición especial- para celebrar la charla y el diálogo poético. El evento será el próximo miércoles 1 de abril a las 19 h en el Centro Cultural Casa de Pepino (Fructuoso Rivera esquina Belgrano), en el corazón del mítico barrio Güemes. La velada contará con la participación de Juan Maldonado, de Alción Editora, y con la presencia de talentosos y reconocidos poetas y teóricos del espectro literario como, por ejemplo, María del Carmen Marengo, Eugenia Cabral y Pablo Anadón. También estará Bernardo Schiavetta, uno de los poetas cordobeses más implacables y apasionantes desde el punto de vista “técnico” como desde lo lúdico. Vivió durante muchos años en Francia, y hoy reside en las serranías del valle de Punilla. En esta edición de la revista se presenta una breve antología de su obra poética donde los lectores podrán apreciar la agudeza literaria de este gran teórico y alquimista de la palabra. Y, por supuesto, de tantos otros que nos honran con su penelopeano trabajo escrituriento.
Abrir las canillas, las compuertas de la poesía. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, del diálogo poético.
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